¿Cuántos dejaríamos nuestra vida atrás para ayudar a otros? ¿Por qué lo haríamos?
Héctor permanecía detrás de la camilla que él mismo había tirado al suelo. El aire era cálido, quemaba si te centrabas en su sensación. El polvo rojizo se levantaba suave posándose en el pelo del pequeño que se escondía entre sus brazos. Tras varios e interminables minutos había logrado que el diminuto bebé se calmase y dejase de llorar, pero se sorprendía al darse cuenta de que ahora era él mismo quien tenía los ojos impregnados en lágrimas.